EL CAMINO SE SANTIAGO POR VILABOA
A su paso por Vilaboa, el camino atraviesa las parroquias vilaboesas de Figueirido y Bértola, procedente de Ponte Sampaio. Después de hacer una parada ante la capilla de Santa Marta (construida en el año 1617), el peregrino proseguirá camino en dirección a Pontevedra.
Tramo de 3, 5 Km, que empieza nen el límite con el término municipal de Pontevedra (Canicouva) ,+42° 22′ 8.66″, -8° 37′ 28.08″ ), y termina en el límite de Bértola con el Ayuntamiento de Pontevedra 42° 23′ 41.87″, -8° 37′ 44.65.
Capilla de Santa Marta
Estamos delante de un humilde templo localizado al pie del Camino de Santiago. La ermita carece de cualquier tipo de atributo ornamental que favorezca su singularización entre el caserío circundante. Lo mismo acontece con la tipología arquitectónica elegida para su construcción, un diseño netamente civil y de carácter residencial que sólo denuncia su peculiaridad en dos de sus elementos: la puerta de acceso y la inexistencia de huecos de iluminación.
El único vano de acceso se localiza en la fachada, lugar donde reclama nuestra atención un arco de medio punto de poco más de un metro de luz, constituido por varias piezas de tamaño desigual donde los salmeres doblan el tamaño de las dovelas. La inexistencia de otro tipo de huecos distintos de este que protagoniza la puerta de la ermita ponen de manifiesto el concepto escueto y sencillo de esta humilde construcción popular, datable en el año 1617, tal como prueba la inscripción que acoge en su frontis.
Crucero de Santa Marta
El cruceiro es una obra realizada por el Santeiro de Bértola –Eladio Martínez– en el año 1997. Labrado en piedra de granito, y dotado con un acabado muy original, su final le concede a este singular elemento de la arquitectura tradicional gallega una prestancia estética muy singular.
Su varal arranca de una sección cuadrangular para achaflanar progresivamente sus aristas hasta transformarse en una columna circular. En el tercio superior de este elemento el santeiro emplaza una imagen cuasi-exenta de la Santa Columba –patrona de la parroquia–, erguida sobre un pedestal. Precedido de un capitel profusamente labrado de tendencia papiriforme, el Cristo aparece clavado en una cruz martirial. De expresión indolente, la figura del Hijo de Dios muestra notables desproporciones que desvirtúan una representación, en líneas generales, hábilmente trabajada, sobre todo en el que respeta a la minuciosidad de los detalles de su anatomía (se vea su abdomen, el paño púdico o la corona de espinas).
Lo mismo cabe decir de la figura de Santa Columba, donde la complejidad de los pliegues que articulan su atuendo se revelan como el elemento más notable de los tratados.